Que fue de aquellos años.
El barrio se rendía a nuestros pies.
Y hasta la ciudad me atrevería a decir.
La rebeldía se mezclaba
a veces con la insensatez,
los nobles ideales perdían valor
por la estupidez de nuestros actos,
pero éramos jóvenes.
Tuvimos mil batallas,
alguna derrota y muchas victorias,
mas siempre estúpidas las luchas,
y a menudo incomprensibles,
pero se mascaban el hambre de gloria
y las ganas de infundir
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